Review: La niebla (1980)

Review: La niebla (1980)

Escrito por Alejandro

Siempre he asociado la figura de John Carpenter a los videoclubs. Sé que es algo personal, porque no es que sus películas no hayan tenido un excelente recorrido en los cines o no hayan logrado recaudaciones espectaculares en comparación a lo corto de algunas inversiones. Los resultados siempre han sido buenos para él, lo que le ha permitido una gran libertad en la elección de sus proyectos para desarrollar una carrera larga y prolífica en el cine de género.

photo_8344.jpegLa creación del ambiente necesario es el perfecto punto de partida.

La rentabilidad de la creatividad

Ejemplos hay muchos, que arrancaron con su debut en la gran pantalla. “La noche de Halloween” (Halloween, John Carpenter, 1978) es una de las películas más rentables de la historia del cine, con unos beneficios más de ¡¡150!! veces superiores a sus gastos, y eso solo en el mercado estadounidense. “La niebla” (The Fog, John Carpenter, 1980), siguiente trabajo para el cine de Carpenter, sin llegar a estos número, también supuso un negocio redondo puesto que superó los veinte millones cuando solo había costado uno.

Estos datos, siendo excelentes, no consiguen que su estética, su convencida adscripción a la serie B y un género como el del terror, a pesar de la fidelidad de de sus seguidores en todo el mundo, no consiguen evitar que este tipo de películas estén dirigidas a un público bastante reducido. En mi caso personal, además, por una básica cuestión de edad (cuando se estrenó La niebla ni siquiera había nacido) tuve que esperar bastante para poder ver alguna de las películas de John Carpenter. Por eso, me limitaba a contemplar las amenazantes caratulas en esos lugares ya míticos, y ahora desaparecidos, que son los videoclubs.

La imagen que proyectaban ayudaba a potenciar la idea que el director quiere sembrar en nuestras mentes. “La niebla” funciona como un cuento de terror, pequeño pero muy inquietante. Una de esas historias de noche en un campamento, que conseguían que te metieras en el saco de dormir con muy mal cuerpo y atento a cualquier ruido.

photo_7636.jpegStevie es la voz de la KAB, que ameniza las solitarias noches de Antonio Bay.

Todo ocurre por la noche

Porque esa es la clave de la cuestión. La cómplice perfecta: la noche. Ese momento del día en el que el sentido que más seguros nos hace sentir (craso error) es menos fiable. La vista se pierde en la oscuridad y es incapaz de vencer a la niebla cuando avanza. Carpenter sabe que de día tenemos menos miedo, que podemos convertir a la incertidumbre en certeza y por eso nos permite respirar mientras el sol nos ilumina. De noche, estamos a merced del resto y todos sabemos que del oído, del olfato o del tacto no puede salir nada bueno si no podemos ver su procedencia.

La trama avanzará, por tanto, siempre a partir del ocaso. Será cuando Nick (Tom Atkins) recoja a la autoestopista Elizabeth (Jamie Lee Curtis) y sufran un extraño ataque en la carretera, Stevie (Adrianne Barbeau), la solitaria locutora de la KAB, vea desde el faro desde el que emite el avance de la niebla o el padre Malone (Hall Holbrook) descubra el verdadero origen de Antonio Bay. Durante el día, esos extraños acontecimientos serán tratados de maneras muy diferentes por cada uno. Como ante toda plaga, habrá algunos que la ignoren o le resten importancia, otros investiguen si

photo_1934.jpegEl pueblo celebra su aniversario sin conocer el verdadero orígen de Antonio Bay.

Mientras tanto, volverá la noche, el aniversario de Antonio Bay y la consumación de la venganza anunciada en el cuento inicial. Los marineros asesinados, el tesoro robado y la niebla volverán sobre un pueblo edificado sobre un crimen infame por el que van a tener que pagar cien años después.

Una película de género

Ese plan definido de la niebla no está claro para sus potenciales víctimas crece la convicción de que la aleatoriedad es la que mueve sus designios. Cualquiera puede ser la próxima víctima, solo hace falta estar en el sitio equivocado en el momento equivocado. Y aquí “La niebla”, como buena película de miedo, sigue los preceptos básicos. Aquellos que subestimen el poder de la amenaza o aquellos que decidan hacer la guerra por su cuenta están condenados. Es necesario mantenerse todos unidos y comprender y respetar al enemigo.

photo_2010.jpegEl padre Malone es el primero en conocer los crímenes cometidos.

Como experto en el género que es, John Carpenter sabe (y lo sabe desde el inicio de su carrera) que es más importante el ambiente y provocar reacciones en el público que las explicaciones. El público debe sentir el miedo procedente de lo desconocido; un terror que procede de los desdichados protagonistas, víctimas de la implacable venganza de la niebla.

Las referencias para ellos deben ser escasas. Así podrá ir calando la sensación de que cualquiera puede ser el siguiente. La película no cae en la prisa de explicarse demasiado ni demasiado pronto, porque las piezas van a caer en su lugar cuando llegue el momento oportuno. A partir de ahí, llegará el tiempo de que todos, actores y espectadores, superemos el clímax final y hagamos recuento de bajas. Los supervivientes disfrutarán más de una vida que vieron peligrar y nosotros superaremos el susto en el cuerpo que nos ha metido el bueno de John Carpenter.

Una cuestión de estilo

Todo lo dicho hasta ahora se resume en el plano general de Antonio Bay visto desde el faro donde Steve Wayne, con su sugerente voz, ameniza las noches radiofónicas de la localidad. La niebla avanza lentamente, brillante, casi mágica hasta tragárselo todo. Una bruma que funciona como un fenómeno sobrenatural con vida propia y una determinación implacable. Queda en el espectador si estamos ante una representación de la mera fatalidad, el demonio que ha bajado a la tierra en forma de niebla con marineros camuflados o una divinidad con ganas de aleccionar a los desobedientes humanos.

photo_2819.jpegLa niebla avanza implacable en busca de su venganza.

Todo ello sin los fuegos de artificio, el dramatismo o las aspiraciones de trascendencia de otros humos o brumas más famosas y recientes (inevitablemente hay que volver la mirada a “Lost”). Porque “La niebla” (The Fog, John Carpenter, 1980) no quiere nada de eso, se conforma con ser una película de miedo que dé eso, miedo.